Treinta caballos contra una vaca

 
Treinta caballos contra una vaca

El Mariscal Antonio José de Sucre tuvo el mismo problema que Salvador Quishpe para tomarse Quito. El militar subió por el lomo del Pichincha para caer por el flanco oeste y desde las alturas arrearles como borregos a punta de bala y bayoneta a los realistas. Su audacia dio como resultado que el excesivo albedrío de campanas de las iglesias, el 24 de mayo de 1822, desarrollen esa afonía que las caracteriza hasta ahora.
Salvador Quishpe en cambio entró a Quito hoy  por la Panamericana coreado por las campanas de la modernidad: bocinas de los autos y consignas de decenas de simpatizantes. Lo hizo de manera surreal-futurista, coronado, a falta de laureles y olivos por un dron de la inteligencia del gobierno y una vaca que trajeron sus simpatizantes. Vaca utilitaria y simbólica rivalizando con la hegemonía de los puercos ya que como sabemos son el modelo para las alcancías. Esta tarde tuve el privilegio de hacerme con ella una foto en el Parque del Arbolito. Se ve diáfana y ha llegado en una sola pieza tras recorrer casi 500 kms. que separan Quito de Zamora donde inició la caravana hace 12 días.
“Le dieron bala en Latacunga y le arrojaron pintura roja en Riobamba” contaba con sorna y orgullo uno de los marchantes sobre estas  marcas de guerra que tenía la vaca. Los orificios laterales del tipo buzón  no eran entonces heridas de cuchillo como se deduciría erróneamente sino orificios abiertos intencionalmente para recibir los donativos. Mientras que abajo en la barriga poseía un candado (¿pirsin?). Esperemos que se duerma hoy y reponga porque mañana debe dar mucha leche a los indios para  desayunar como se debe y dirigirse repostados y de buen ánimo hacia el Palacio de Corondelet.
Tarde de herbívoros: vacas, borregos y caballos. Frente a la vaca, en la subida que da al Congreso, llegó una columna de caballos de batalla, pertenecía al escuadrón de la Policía, atentos por si se ponían difíciles los huéspedes y había que jaquearles o darles mate; lo que llegue primero. Me pareció distinguir a Bucéfalo, Pasacas e Incitatus entre ellos; pero solo habrá sido efecto de las luces exiguas porque ya había caído la tarde.
Las balas cuando penetran en la carne dejan unos huecos pequeñísimos y una voz me invitó a ver los huecos en el animal. Percibí tres orificios: cien derecha, lomo alto y cadera. Metí el dedo en el orificio: "Acerca aquí tu dedo (…) extiende aquí tu mano y métela en mi pernil; y no seas incrédulo, sino creyente." La plena, la vaca había sido baleada.
Mañana 13 le toca un round duro a la vaca. Va hacia la Plaza de la Independencia donde al pie del monumento hay un león y sabemos del odio profundo que hay entre los felinos y ungulados. De todas maneras el león está herido, tiene una flecha de bronce que le atraviesa el costado. (Hace unos meces un green peace, le sacó la flecha al león y se la llevó gritando que los animales no deben ser maltratados y los policías le quitaron la flecha. Al cabo de unos meses de estar con el orificio expuesto, le volvieron a soldar la flecha).
¿Por qué una vaca como símbolo de una revolución? Los filipinos eligieron el paraguas para apoyar  la democracia en Hong Kong, los portugueses el clavel rojo, la basta del pantalón en la toma de la Bastilla, o simplemente los dedos como la “V” en la Primavera Árabe y más contemporáneo los tres dedos al estilo “Los juegos del Hambre” en Bangkong. En el presente caso hay influencia del libro “La culpa la tiene la vaca”, según dijo uno de los manifestantes. No he leído el libro y no puedo dar fe por ahora de la analogía.
“El hombre es un animal simbólico” nos recuerda Ernst Cassirer y para entenderlo hay que ir más allá de la razón aristotélica. La apropiación de un objeto que sea emblema icónico de las intenciones obedece a una necesidad utilitaria como recibir donaciones o a un gusto espiritual, metafísico y poético venido de la grandeza de la humildad y la práctica de  una vida sencilla pero edificante (San Roque con los perros y San Martin con el perro, el gato y el ratón). Con estos indicios afirmo que  Colón sí llegó  a las Indias en este caso particular y no descubrió América. Para los indios (de la India) la vaca es símbolo de fecundidad y maternidad y  para los indios (de este marcha) también es símbolo de fertilidad (la que buscan y por lo que han venido). Su presencia trae la moraleja con la petición al presidente de volver a masticar la hierba tragada (rumiar leyes, decretos, decisiones) rectificar y terminar su mandato.
Recuerde siempre el fuego interno. Eso es lo más importante. Sin él, usted es un aficionado”. nos dice Mina Äkkijyrkkä un artista noruego que también acoge a la vaca como su caballo de batalla.  Sus palabras son candentes si revisamos, como dicta la historia, que las revolución se hace con fuego y no son para aficionados: Borregos de fuego vs Vacas de fuego. Habrá un nuevo mugido (balido) mañana. Mañana es 13, afortunadamente no es martes. Jorge Miño.